jueves, 5 de mayo de 2011

Arthur C. Clarke sobre meteoritos

“Que del cielo podían llover piedras era un hecho bien conocido del mundo antiguo, aunque hubiera desacuerdo con respecto a qué dios en concreto las arrojaba. Y no sólo piedras sino aquel metal precioso, el hierro. Antes de que se inventara la fundición, una de las fuentes principales de este valioso elemento fueron los meteoritos. No es de extrañar que se convirtieran en objetos sagrados y que con frecuencia se les rindiera veneración.

Sin embargo, los ilustrados pensadores del Racionalismo, en el siglo XVIII, no eran tan ingenuos como para caer en tan absurdas supersticiones. De hecho, la Academia Francesa de las Ciencias aprobó una resolución según la cual los meteoritos tenían un origen completamente terrestre. Si parecía que procedían del cielo era porque se formaban como resultado de la caída de rayos; el error era, por tanto, perfectamente comprensible. Así pues, los conservadores de museos europeos se desprendieron de aquellas rocas sin valor que sus ignorantes predecesores habían coleccionado con tanta paciencia.

Por una de las más deliciosas ironías del destino en la historia de la ciencia, apenas unos años después de la declaración de la Academia Francesa, una monumental lluvia de meteoritos cayó a escasos kilómetros de la ciudad de París en presencia de testigos intachables. La Academia tuvo que efectuar una apresurada rectificación.

No obstante, hasta el inicio de la era espacial no se reconoció la magnitud y la posible importancia de los meteoritos. Durante décadas, los científicos dudaron de que fueran responsables de alguna formación geológica. Incluso rechazaron tal posibilidad. Aunque parezca increíble, hasta bien entrado el siglo XX algunos geólogos consideraban que el famoso Meteor Crater de Arizona estaba mal bautizado, pues creían que su origen era volcánico. El debate no quedó definitivamente resuelto hasta que las sondas espaciales mostraron que la luna y la mayoría de los cuerpos menores del sistema solar habían estado sometidos a un bombardeo cósmico durante eras.”

Arthur C. Clarke, en El martillo de Dios (ZETA, 2010)

1 comentario:

  1. El martillo de Dios es una obra espectacular.. Es una lástima que Hollywood le quite mérito y le cambie el sentido a la historia con Deep Impact y Armageddon.

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