domingo, 24 de abril de 2011

Francisco de Quevedo sobre el gobierno de Dios

“Tres géneros de repúblicas ha administrado Dios. La primera Dios consigo y sus ángeles. Este gobierno no es apropiado para el hombre, que tiene alma eterna detenida en barro, y gobierna hombres de naturaleza que enfermó la culpa, por ser Dios en sí la idea con espíritus puros, no porfiados de otra ley facinerosa. El segundo gobierno fue el que Dios como Dios ejercitó desde Adán todo el tiempo de la ley escrita, donde daba la ley, castigaba los delitos, pedía cuenta de las traiciones e inobediencias, degollaba los primogénitos, elegía los reyes, hablaba por los profetas, confundía las lenguas, vencía las batallas, nombraba los capitanes y conducía sus gentes. Éste, aunque fue gobierno de hombres, le hallan desigual, porque el gobernador era Dios solo, grande en sí, y veía los rodeos de la malicia con que en traje de humildad y respeto descamina la razón de los ejemplares divinos. En el tercer gobierno vino Dios y encarnó, y hecho hombre gobernó los hombres, y para instrumento de la conquista de todo el mundo, a Solis ortu usque ad occasum, escogió idiotas y pescadores, y fue rey pobre, para que con esta ventaja ricos los reyes, y asistidos de sabios y doctos, no sean capaces de respuesta en sus errores. Vino a enseñar a los reyes. Véase en que frecuentemente hablaba con los sacerdotes y ancianos, y que en el templo le hallaron enseñando a los doctores; que el buen rey se ha de perder por enseñar, y hace más fuerza; que enseñar a cada hombre -24- de por sí, no era posible, sin milagro; y este método no le podía ignorar la suma sabiduría del Padre, que era enseñar a los reyes, a cuyo ejemplo se compone todo el mundo. Y esto hizo, y sólo él lo supo hacer, y sólo lo acertará quien le imitare.”
Francisco de Quevedo, Política de Dios y gobierno de Cristo

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