viernes, 22 de abril de 2011

Santiago Ramón y Cajal sobre el cierre de España a la ciencia

“La frase "Santiago, cierra España” no fue sólo el grito de combate de nuestros guerreros, sino la divisa de nuestros sabios. Cerramos las fronteras para que no se infiltrase el espíritu de Europa, y Europa se vengó alzando sobre los Pirineos una barrera moral mucho más alta: la muralla del desprecio. Desde fines del siglo XVII, nuestros sabios, nuestros filósofos, nuestros literatos, dejaron casi enteramente de ser leídos y citados. Entre los científicos, sólo se salvó del olvido Azara, el gran naturalista que brilló en el siglo XVIII. Como consecuencia de esta segregación intelectual, no prendió apenas en España la semilla del Renacimiento, según nota oportunamente Federico de Onís. Los inyectores de la savia nueva, tales como Lebrija, el Broncense, Pedro Ciruelo y otros, fueron perseguidos. Y no digamos nada de Servet y del Dr. F. Sánchez, el precursos del cartesianismo y del agnosticismo moderno, porque ambos tuvieron que expatriarse para escribir.”
Santiago Ramón y Cajal, Reglas y consejos sobre investigación científica (1898)

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