“Varias décadas más tarde fue Marcelino Menéndez Pelayo el que asentó la versión canónica del nacionalismo católico español. Fue quien mejor formuló la visión tradicionalista de España, cuyo espíritu o genio nacional era el catolicismo, siendo la penetración y triunfo de la heterodoxia desde el siglo XVIII la causa de su decadencia. Catolicismo providencial que lo convierte en "pueblo escogido para la espada y el brazo de Dios" para la lucha "entre Cristo y Belial". En su monumental Historia de los heterodoxos españoles aborda el tema del judío manifestando alguna influencia del revisionismo liberal moderado, y así critica el fanatismo de las persecuciones populares bajomedievales, en parte movidas por la codicia, como la de 1391. También rechaza "la odiosa antievangélica distinción de cristianos viejos y nuevos", cuya supervivencia deplora en Mallorca. Pero, junto a ello, explica las matanzas de los crímenes rituales, los sacrilegios, y el enriquecimiento por el comercio, la usura y el arrendamiento de impuestos. Casi todos los conversos o judaizaban o eran ateos, y, por tanto, inasimilables. La Inquisición fue por ello necesaria: "El peligro de infección judaica era grande y muy real" (el santanderino usaba el lenguaje científico lo mismo para hablar de infecciones judías que para definir el enfrentamiento entre cristianos nuevos y viejos como "lucha de razas"). También justifica la expulsión, sin alabarla demasiado, diiendo que fue necesaria para salvar a los judíos de otra matanza, criticando explícitamente las tesis de Amador de los Ríos. Menéndez Pelayo, además, elogia textos fundamentales de la literatura antisemita española como el Fortatilium fidei de Espina o los Monopantos de Quevedo. Y en su ataque feroz a Mendizabal dice: "¡Bien se le conoce el pecado capital de su nacimiento".
Sin embargo, años más tarde, Menéndez Pelayo manifestó una nueva actitud ante los judíos medievales españoles, tomada de modo explícito de Fernández y González. En De las influencias semíticas en la literatura española exalta la gran altura de las culturas "hispano-árabe" e "hispano-judía", llegando, por ejemplo, a decir de Maimónides que es "comparable a Santo Tomás en algunos aspectos de su posición y método". Esta españolidad de los judíos y musulmanes medievales pasaría luego a los arabistas Bonilla San Martín y Asín Palacios, discípulos suyos. Para defenderse de los previsibles ataques integristas, se justifica con argumentos puramente atomistas: "Dios hace salir el sol de la ciencia y el del arte sobre moros, judíos, gentiles o cristianos… y no es indicio de piedad, sino de orgullo farisaico, pretender para los cristianos, por el mero título de tales, la posesión exclusiva de aquellos dones de orden natural". Por otra parte, en su correspondencia con Juan Valera, pese a defender las bondades de la Inquisición a la hora de preservar el genio católico español, reconoce también que supuso un "fanatismo de sangre y raza", aunque de origen semítico, idea que tomaba del propio Valera, y que pasó posteriormente incluso a Américo Castro.”
– Gonzalo Alvarez Chillida en El antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002) (Pág. 151-152)
“¿Sabéis quizá por qué lo hacen? Dijeron. “No, sino porque son de su natura crueles y malos”. Dice él. “No lo hacen por sólo eso, sino porque tienen un dios a quien ellos adoran y quieren mucho, y por habello de nosotros para lo adorar nos trabajan de sojuzgar y nos matan”.
– Bartolomé de las Casas, en la Brevísima relación de la destrucción de las indias (1539)
“Quizás ni los pocos que han mantenido una forma clara de ateísmo positivo teórico han sido tomados lo suficientemente en serio como para ejercer influencia alguna en las tendencias filosóficas y científicas del pensamiento. Por ejemplo, Robert Ingersoll puede ser destacado, pero si bien los oradores y escritores populares de ese tipo pueden causar algún tumulto poco educado, no son tratados con seriedad por las personas con criterio. Y es dudoso que puedan ocupar un lugar en alguna exposición histórica o filosófica del ateísmo.”
– Enciclopedia católica, Ateísmo
“Any system of knowledge that is concerned with the physical world and its phenomena and that entails unbiased observations and systematic experimentation. In general, a science involves a pursuit of knowledge covering general truths or the operations of fundamental laws.”
- Encyclopædia Britannica
“La tolerancia hizo su aparición cuando la fe se debilitó. Curiosamente las medidas moderadas fueron utilizadas sólo cuando ya no existía la fuerza para aplicar medidas más severas. Aún arden las brasas del Kulturkampf en Alemania; aún son un escándalo las leyes de separación y confiscamiento y el ostracismo hacia los católicos franceses. Cristo fue muy claro: “No crean que he venido a traer paz a la tierra; no traje la paz, sino la espada” (Mt 10, 34).”
– Enciclopedia católica, Herejía (XIII. Intolerancia y crueldad)
“A different sign of conflict came when Jung asked Freud what he made of parapsychology. Sigmund was a complete sceptic: occult phenomena were to him a "black tide of mud". But as they were sitting talking, Jung's diaphragm began to feel hot. Suddenly, a bookcase in the room cracked loudly and they both jumped up. "There, that is an example of a so-called catalytic exteriorisation phenomenon," Jung retorted – referring to his theory that the uncanny could be projections of internal strife. "Bosh!" Freud retorted, before Jung predicted that there would be another crack, which there was.”
– Mark Vernon in The Guardian Science
“El lumpenproletariado, esta escoria de los elementos depravados de todas las clases que planta sus reales en las grandes ciudades, es el peor de todos los aliados posibles. Esta chusma es absolutamente venal y absolutamente desvergonzada. Si los trabajadores franceses, en toda revolución, escribían en las casas Mort aux voleurs!, "¡Muerte a los ladrones!", e incluso fusilaron a algunos, no lo hicieron por entusiasmo hacia la propiedad, sino porque acertadamente consideraron necesario mantener esa cuadrilla a raya. Todo líder de los trabajadores que usa a estos sinvergüenzas como guardias o se confía a su apoyo se demuestra por esta misma acción un traidor al movimiento.”
– Friedrich Engels, La guerra campesina en Alemania (1870)
“La multitud es impulsiva, versátil e irritable, y se deja guiar casi exclusivamente por lo inconsciente. Los impulsos a los que obedecen pueden ser, según las circunstancias, nobles o crueles, heroicos o cobardes, pero son siempre tan imperiosos, que la personalidad e incluso el instinto de conservación desaparecen ante ellos. Aun cuando desea apasionadamente algo, nunca lo desea mucho tiempo, pues es incapaz de una voluntad perseverante. No tolera aplazamiento alguno entre el deseo y la realización. Abriga un sentimiento de omnipotencia. La noción de lo imposible no existe para el individuo que forma parte de una multitud.”
– Sigmund Freud, Psicología de masas (1921)
“Yo considero al cerebro como una computadora que dejará de funcionar cuando fallen sus componentes. No hay paraíso o vida después de la muerte para los computadores que dejan de funcionar, ese es un cuento de hadas de gente que le tiene miedo a la oscuridad.”
– Stephen Hawking, en una entrevista en The Guardian
“When we speak of the possibility of linking large-scale questions about our mind with developments in the neurosciences, there are those who are wont to wag their fingers and warn us about the perils of scientism. That means, so far as I can tell, the offense of taking science into places where alleg- edly it has no business, of being in the grip of the grand delusion that science can explain everything, do everything. Scientism, as I have been duly wagged, is overreaching.
The complaint that a scientific approach to understanding morality commits the sin of scientism does really exaggerate what science is up to, since the scientific enterprise does not aim to displace the arts or the humanities. Shakespeare and Mozart and Caravaggio are not in competition with protein kinases and micro RNA. On the other hand, it is true that philosophical claims about the nature of things, such as moral intuition, are vulnerable. Here, philosophy and science are working the same ground, and evidence should trump armchair reflection. In the present case, the claim is not that science will wade in and tell us for every dilemma what is right or wrong. Rather, the point is that a deeper understanding of what it is that makes humans and other animals social, and what it is that disposes us to care about others, may lead to greater understanding of how to cope with social problems. That cannot be a bad thing.”
– Patricia S. Churchland in Braintrust. What neuroscience tell us about morality (Princeton, Pag. 4-5). The introduction is available for free here.