martes, 19 de abril de 2011

Norbert Elias sobre el efecto “civilizador” de la religión

“Mucho de lo que nos parece contradictorio -la intensidad de su piedad, la violencia de su temor del infierno, sus sentimientos de culpa, su penitencia, los inmensos estallidos de alegría y jovialidad, la llamarada súbita y la fuerza incontrolable de su odio y beligerancia-, todo esto, como los rápidos cambios de humor, son en realidad síntomas de la misma estructura social y de personalidad. Los instintos, las emociones, se descargaban más libre, más directa, más abiertamente que en tiempos posteriores. Sólo a nosotros, en quienes todo es más moderado, contenido y calculado, y en quienes los tabúes sociales están construidos mucho más dentro del tejido de la vida intelectual como autocontrol, nos parece contradictoria esta intensidad desnuda de la piedad, la beligerancia o la crueldad. La religión, la creencia en la omnipotencia de Dios para el castigo o el premio, nunca tiene por sí misma un efecto “civilizador” o moderador de los afectos. Al contrario, la religión es siempre exactamente tan “civilizada” como la sociedad o clase que la sostiene.”
Norbert Elias, El proceso de civilización (Via Neoconomicón)

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